miércoles, 29 de marzo de 2017

La "Équipa" del "epico"

Hace pocos días, pude dirigir uno de los partidos más intensos, emotivos y emocionantes que he podido dirigir nunca. Y perdimos...
Entramos en el pabellón con seis jugadores, un entrenador y dos aficionadas, pero esa mañana parecía que todos nos multiplicábamos por dos. En frente diez jugadores, que nos superaban en tiro, fuerza y centímetros, pero no en ese componente que Santa Ana siempre deja en dosis enormes, las ganas. Después de un inicio frío, los chicos apretaron los dientes, éramos seis pero Isidro estaba muy tocado y yo no iba a arriesgar en un caso así.
Defensas con el cuchillo entre los dientes, dominio pasmoso del rebote, dos arriba, cuatro arriba, catorce arriba... Mi equipo entra doce arriba en el último cuarto, un equipo de cinco más uno... Una afición de dos que estaba asustando al equipo rival, que fallaba, uno tras otro, los tiros que intentaba.
Y entonces un tipo se disfraza de Larry, de Michael, de Isiah... De Drazen, de Óscar, de Chicho Terremoto. Y nos hace uno, y otro, y dos más, hasta nueve triples, a pesar de la defensa excelsa de Kike, a pesar de las faltas en ataque no pitadas... Y nos ganan. A pesar de que seamos la Utah de Stocktons y Malones, el Estudiantes de Jiménez y Felipes, el caja de los Raúles Pérez y de los Turners. Al fin y al cabo es el filosofía de la "équipa" del "epico", la épica del equipo que sobresale por encima de la épica de la Victoria, y que da absoluta prioridad a la Hermandad de un grupo de personas que a pesar del tiempo nunca se disipa, continúa en nuevas generaciones.
Eso estaba buscando desde que me hice entrenador. Un club, en el que la gente no se quede por las condiciones ni los triunfos, sino que se quede a pesar de las condiciones y de las derrotas. Un club de amigos, de caballeros y señoritas, y de Manolo... Eso es Santa Ana.

-Guille Alías-

lunes, 27 de marzo de 2017

Poema

He soñado que mi locura moría,
he soñado que olvidaba la pasión que levanta,
desde mis entrañas,
mi cuerpo dormido
allá donde se encuentra...

He soñado que moría el amor,
Con el último romántico...
Y que era yo quien expiraba,
Durmiendo entre las hojas y los sauces,
En una ataúd lleno de sueños inconclusos.

He visto que el diario de Noa
Sustituía a desayuno con diamantes,
Que Sinatra era olvidado,
Por el rey de los cuarenta principales...
En un día tan frío.
Como muerta estaba mi cama.

He sentido caer a King Kong del edificio,
Empujado por telefilmes a mediodía,
tan cansados como mediocres...
Y sentí que las cartas que escribí
se marchitaron intactas...
Enterradas por aplicaciones baldías.

Se han dispersado los pasos de baile,
También el deshojar margaritas...
Murió la última gota de esperanza,
Y el mundo siguió rodando