viernes, 10 de junio de 2016

¿Son las exnovias para toda la vida?

El otro día leía un artículo en el blog de uno de mis escritores de blogs favoritos, Rafael Fernández. Un artículo brillante acerca de las y los ex titulado "Si la amaste, sigue siendo tu novia". 

La tesis planteada era acerca del amor una vez que el amor se acaba, el amor que queda cuando una relación de rompe. Y yo también me identifiqué con dicho sentimiento. Durante años me pregunté porqué a veces sentía ese doloroso sentimiento al encontrarme con una ex, al chequear Facebook, al ver una vieja foto siempre me recorría la misma sensación entre nostálgica, dolorosa y extrañamente excitante.



Durante años me pregunté que podría curar esa sensación que no me gustaba nada, y me preguntaba si también otros se sentían como yo o, simplemente, como mi razón me decía, era y seguiría siendo un completo imbécil.

Lo cierto es que el tiempo y la experiencia fueron respondiendo esas preguntas y otras durante años. Aunque mis respuestas se basan por supuesto en la práctica del más puro empirismo irracional y acientífico, si he encontrado algunas respuestas que creo que alguno de mis colegas más científicos estarían encantados de examinar.

Yo baso mi teoría en el concepto de constructo que dice que los seres humanos estamos divididos en tres facetas o dimensiones, de tal modo que la parte más visible es la parte física, con la cual se perciben las sensaciones a través de los sentidos; la parte mejor ubicada es la mental, en la cual se elaboran las ideas a través de los pensamientos; y la parte más ignorada, la espiritual, donde interactuamos con ideas y sensaciones a través de las emociones.

En toda relación, y prefiero que nos limitemos a las relaciones de pareja, podemos conectar con la otra persona en cada una de las tres facetas o niveles. Físicamente es fácil: una caricia, un beso, un simple tomarse de las manos... todas son modos interaccion es físicas. Mentalmente conectamos a través de conversaciones y gustos compartidos, y creamos un nexo de unión, que puede hacer que nazca una atracción física donde antes no la había.

Cuando conectamos espiritualmente con una persona es cuando realmente podemos utilizar la palabra amor. Yo utilizo la metáfora de una lámpara de estas antiguas de gas, donde la lámpara es nuestro corazón y la luz que encierra su interior es nuestro amor. En este instante de conexión espiritual, me gusta pensar que lo que ocurre es que ambas lámparas se abren y uno deja que la luz propia se mezcle con la del otro, casi como si ambas tuvieran una naturaleza gaseosa y maleable.


El problema de las rupturas es bien parecido a una dependencia. No tiene porque ser una dependencia negativa, pero en toda relación se crea una interdependencia de la que luego hay que salir. En tal caso la dependencia que más rápido se cura suele ser la física, que en un par de semanas suele ser soportable. El nexo psicológico tarda bastante más en romperse que el físico, y es entonces cuando nuestros amigos ven que sólo podemos hablar de esa persona, de lo bien que hacía cada cosa, y cualquier cosa que nos pasa nos recuerda a ella. Desde mi experiencia, este vínculo tarda unos seis meses en dejar de doler lo suficiente como para que nos deje pensar.

Sin embargo a pesar de que a los seis meses se hayan pasado, normalmente, los efectos de ambos nexos, y uno por lo general empiece a sentirse bien, queda un efecto latente, algo que no duele tanto, ni tan continuamente, pero que, en determinadas ocasiones nos mantiene un día en off, o nos estropea una cena, o simplemente nos saca una sonrisa amarga (sobre las cuales el que escribe es un experto).


Esta sensación tiene que ver con el vínculo espiritual, y yo la estudio desde mi metáfora de las lamparas. Imagina que en un momento concreto esas luces, que estaban mezcladas, si quieres incluso imaginatelas en dos colores... Si una de las dos puertas o las dos, se cierran de un portazo, arrancarán girones de luz de lcorazón ajeno, de tal modo que cada uno se quedará con parte del espíritu del otro. Obviamente todo esto es una metáfora, no hay ningún cambio de estado que demuestre como nos quedamos cada uno con el trozo del espíritu de otra persona, pero si es cierto que todos reportamos esas sensaciones extrañas de acordarte de una ex pareja a la misma vez que ella te recuerda a ti... También solemos echar de menos las emociones que el estar con esa persona nos hacía sentir, ya no echamos de menos la caricia o el beso, sino lo que estos nos transmitían.

Por esto tenemos que tener en cuenta que hay quienes creemos en que nuestro espíritu puede sanar, pero no con ningún médico o psicólogo, y es de recibo que se haga lo posible para ello, y que nuestra próxima relación, esperemos que sea la definitiva, no se vea contaminada.

Querido lector, que mi experiencia te sirva... pero si no, no me lo tengas en cuenta... soy un imbécil

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